¿Quién vive mejor?
Juan José Tapia Bastién
El gobierno federal insiste en su campaña comunicativa de “Vivir Mejor”, pero cada día las cosas se ponen peor en las mesas de comedor de las familias de todo nuestro país.
En este mismo medio, se da seguimiento a las variaciones del costo de los productos básicos en el consumo diario y no se ve por dónde las condiciones en la subsistencia se vayan componiendo.
Más aún, parece burla el que el secretario de Hacienda, Agustín Carstens, salga a dar anuncios de tranquilidad y confianza a una población que no tiene muchos motivos para sentir ni lo uno ni lo otro. Y con la corpulencia del secretario que aparenta una vida de bonanza que sólo se da entre políticos pudientes y líderes del clero. No por nada se relaciona al buen comer con los cardenales de la Iglesia católica. Si Carstens anunciara algún producto como pastas para sopa o panqués, las compañías que lo contrataran tendrían éxito seguro. Debió ser un excelente bebé para productos Gerber.
Los que viven mejor son, de seguro los amigos de Felipe que son los que ahora se encargan de los negocios jugosos y rendidores que diseñaron los gobiernos priistas durante años, y de los que los empresarios panistas se hicieron cargo dando dividendos por anticipado para hacer que las cosas se dieran con facilidad: los del PRI en el poder económico y los del PAN haciendo comparsa electoral para luego tener cabida en los negocios. Ahora las cosas han cambiado y los del poder económico se han hecho cargo de lo político, para que los políticos del PRI les pidan favores de hacer negocios. Pero cambios de fondo en la realidad mexicana no se han hecho desde hace décadas.
La frase que evoca una condición mejor, resulta siempre bienvenida sólo que no se hace realidad. Ya se ha hecho una recurrencia maldita que los tiempos en que se tendrán las mieles de la vida, se trastoquen las cosas de forma tal que todo se viene abajo y lo conseguido sean hieles.
Otro aspecto de las metas ampliamente prometidas y no conseguidas nunca, es la de que cuando se hace balance de ganancias y pérdidas, los ricos salen más ricos y los pobres más pobres. Como si la historia se repitiese siempre y los que ganan algo son los que ya están bien instalados en la opulencia y los que están de por sí amolados, salen más raspados. Y luego los políticos no quieren que se piense mal acerca de que los potentados tienen información privilegiada a tiempo para poner a salvo sus capitales. Los del dinero grande nunca pierden, sólo ganan y ganan, pero las pérdidas se reparten entre la mayoría: los más pobres.
Luego se dan noticias en las que se aseguran cosas que no se cumplen, como los supuestos y reiterados grandes apoyos al campo que se plantean como las soluciones a la problemática ancestral del medio agrícola y que continúa porque los recursos no llegan a los que de verdad los necesitan y porque las reglas de operación son tan complicadas y engorrosas que parecieran confeccionadas para vestir a los caciques y no a los que trabajan ganado y tierras. Una justificación de que así sean, es que no se puede dar oportunidad a los vividores de que se hagan de dineros para la gente del campo, pero se las dificultan mucho a estas personas. Además, los costos de la tramitación y la serie de viajes para hablar con los que se encargan de elaborar proyectos y documentos, son tantos que sólo los que tienen capital pueden invertirle a la gestión de los apoyos que incluye la ineludible coacción de funcionarios de casi todos los niveles: los apoyos se entregan a los que nunca han pisado los surcos de las milpas.
Y en el supuesto de que se obtengan las autorizaciones de apoyo, los campesinos deben pasar por otro obstáculo: el Ayuntamiento al que pertenezcan.
Las presidencias municipales también se dan sus gustos. Como los recursos de apoyo a los ciudadanos deben canalizarse por algún lado, este conducto es, casi en todo programa, el gobierno municipal. Y se dan casos en los que los presidentes o sus allegados ni saben ni supieron de la tramitación de apoyos y luego no los entregan a los que corresponden sino a sus amigos y parientes con la mayor desfachatez del mundo. O como dicen en el campo, unos la andan correteando y otros sin correr la alcanzan.
Aún cuando los apoyos llegan al que deben llegar, estos casi siempre llegan a destiempo y son insuficientes, y por eso se explica que las millonadas que se gastan no tengan el efecto que las justifica, pero sólo en le papel. En el terreno, literalmente, no hay resultados satisfactorios merced a los abusivos y a los ojos y oídos que se niegan a captar la realidad y prefieren decir que todo saldrá bien y que cada año estaremos mejor, que viviremos mejor. Mientras la presión aumenta y deberá tener algún momento en que se deba dejar escapar esta o de lo contrario se podrían tener consecuencias graves. No se puede aguantar por mucho tiempo con las mismas mentiras.
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