martes, 14 de octubre de 2008

Sombras y hombres

José de Jesús Valdovinos Capistrán

Desde el punto de vista filosófico, pero también real, desde José Ingenieros, los seres humanos podemos ser sombras u hombres.
Así como Sancho es parte de lo que le sucede y hace el Quijote en realidad, éste es el importante de la gran obra de Miguel de Cervantes.
Igual al mentiroso, incumplido, servil, babotas, de Tartufo se le notan los defectos si se le compara con Stockman, su complemento, pero al contrario. 
El mundo está lleno de estos personajillos que dicen que son aves que vuelan sobre el pantano y no se manchan, que su plumaje es de esos pero que no aguantan ni 15 días de prueba porque luego les salen sus porquerías que hacen, y pasan a ser el hazmerreír de los grupos los que en un principio pretendieron engañar.
Dice Ingenieros en el Hombre Mediocre que seres humanos desiguales, en formación, en actitud, en saberes, origen, en muchas cosas, no pueden pensar igual, que siempre habrá evidente contraste entre servilismo, algo usual, que es muy premiado hoy en día en muchas esferas, y la dignidad, que cada día es menos visible.
A las gentes comunes, que no han luchado nunca por sus derechos, les es más cómodo decir a todo que sí, que defender sus principios.
A la gente que es humana, la imaginación le dará impulso hacia la visión de futuro que quiere construir, a los demás, sombras de la vida, la imitación de los hábitos colectivos los desaparecerá entre la bola.
No es que todos los grupos sean deficientes sino sólo en los que no hay razonamiento, donde lo simple es que a donde va Vicente, a donde va la gente.
A unos, a los humanos, les llama idealistas y siempre tienen más o menos claro a donde van, en cambio a los otros, a los que no se dejan ver, no se notan, nomás hacen bulto, les llama mediocres.
Dice que los grupos humanos que buscan el perfeccionamiento avanzan de diversa manera en pos de él, que unos se casan con el pasado, como los panuchos Jelipianos de hoy, que siguen rutinas, que están llenos de prejuicios, que están domesticados, que piensan que el siglo XXI es el XIX y son dirigidos desde la tele cada día por los merolicos que cobran millonadas por decir mentiras.
Pocos avanzan sobre el porvenir y que es a donde debemos ir todos, son los que  hay que ir formando en las familias, en los barrios en los pueblos, en las ciudades, en las escuelas.
Ése es el trabajo de todos, que seamos humanos, no sombras obedientes a la voz del amo, sino seres independientes, libres, preparados, por formación, por convicción, por convencimiento, por conciencia propia.
Hay que perseguir quimeras, que son las que nos hacen crecer como humanos, con el fin de enaltecernos.

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