martes, 17 de febrero de 2009

Pedagogía para la Emancipación

Marcos Tello Chávez

Marcos Tello en Venezuela

Disertación presentada en el Encuentro Latinoamericano y Caribeño de Educación Popular. Mérida, Venezuela. Octubre 2008.

Jean-Paul Sartre planteaba que la Pedagogía es una expectativa del proceso de educación, una Filosofía.
Al hablar de nuestra concepción de la Pedagogía para la Emancipación quisiera  plantear en un primer momento cuál creo que es la característica básica fundamental que define un desafío de construcción de una Pedagogía para la Emancipación. Yo creo que nosotros tenemos que visualizar como el primer elemento definitorio a la necesidad. Una Pedagogía para la Emancipación tiene que poner en el centro la necesidad humana en su sentido más profundo, ésta necesidad es histórica, se va configurando de tiempo en tiempo y tiene características específicas, pero nosotros tenemos que hacer un esfuerzo aquí y ahora para definir la posibilidad de desarrollo de las potencialidades que históricamente tenemos como hombres y mujeres por encima incluso de las necesidades puramente económicas. Definir la necesidad humana y plantearla como resorte, como desafío a resolver en el proceso educativo; esto nos puede permitir desarrollar una cierta autonomía intelectual y moral. Este es el primer elemento que nos lleva a tomar partido: la necesidad. Definamos qué necesitamos para ser libres. Martí decía: “Ser libres para ser mejores”. ¿Qué necesitamos los seres humanos en esta latitud, en este momento para ser mejores?

Otro elemento es lo que llamamos resistencia. No puede materializarse la solución a la necesidad en nuestros pueblos en las condiciones históricas que vivimos más que como resistencia, más que como lucha contra la explotación y la opresión.  Y si esto es cierto un elemento fundamental de esta pedagogía es la crítica al colonialismo. La pedagogía para la emancipación debe ser una pedagogía de la descolonización. A estas alturas del proceso es claro que después de 200 años de proclamar la independencia por parte de nuestros países esta independencia se quedó a medio camino, es una independencia castrada, es una independencia que en muchos lugares surgió de la derrota de las posiciones populares de los planteamientos más radicales.  Los Estados-Nación o su caricatura en América Latina fueron producto de la derrota de las tendencias más radicales en la mayor parte de nuestros países,  fueron producto de la componenda de las viejas fuerzas del orden. Una pedagogía de la descolonización viene siendo un ajuste, una crítica histórica de lo que somos. 
En ese sentido la Pedagogía para la emancipación no sólo requiere de un deslinde claro y preciso con respecto a los que aparecen como colonizadores directos. No sólo necesitamos derrotar a las oligarquías criollas, no sólo necesitamos vencer al imperialismo, una Pedagogía para la Emancipación requiere de vencernos a nosotros mismos. La lucha contra el colonialismo en nuestros países no sólo es una lucha contra un conjunto de visiones eurocentricas; también es una lucha contra el desprecio y las humillaciones que nos han infligido pero que nosotros también ejercemos contra otra buena parte de la población dependiendo del lugar social, del color, ya sean mestizos, afro descendientes, indígenas. En esta lógica yo creo que también tenemos que hacer explícito quién desde esta América nuestra acuñó las primeras ideas de esta proyección radical: Se ha mencionado un conjunto de pensadores que tienen que ver con nuestros primeros próceres de la independencia, hay uno entre ellos, tal vez por el tiempo en que vive, José Martí, descubre de manera clara que estos países de capitalismo dependiente, que otros nombran subdesarrollados, no pueden avanzar hacia la descolonización, hacia el establecimiento de un sistema de libertades y derechos sociales sin romper con el imperialismo, sin romper con el capitalismo.
América no tiene posibilidades de justicia social, de desarrollo humano en el marco del capitalismo. La Pedagogía para la Emancipación además de plantear la liberación nacional tiene que plantear una Pedagogía claramente anticapitalista, éste es otro elemento que nosotros tenemos que plantear y nuestro anticapitalismo no puede ser una simple proclama de rebeldía, nuestro anticapitalismo requiere de un programa. La Pedagogía para la Emancipación tiene que ver con un programa de grandes transformaciones de nuestras sociedades en esta época.
La Filosofía para la Emancipación tiene que aceptarse en la historia, tiene que ser concreta, tiene que estar conectada de manera muy específica con la lucha  para construir la independencia económica y política de nuestros pueblos. Tiene que  ser la expresión de los nuevos procesos de democracia popular, de democracia desde el pueblo. Esta Pedagogía  tiene que conectarse también con una nueva idea de la justicia social, de los derechos de  ciudadanía. 
Tiene que ser de alguna manera expresión del tipo de ser humano que estamos planteando. Este tiempo en el que nos estamos planteando la liberación nacional y la liberación social tiene que ir más allá, por cuestiones de necesidad, de lo que fue el viejo socialismo, si no  lo que vamos a construir es una caricatura de hombre económico, de hombre funcional,  una  nueva mercancía. Nosotros estamos planteando romper de manera definitiva con esa visión, con esas relaciones que hacen de nosotros cosas. No somos cosas, somos seres humanos. Necesitamos ante todo seres humanos y la Pedagogía para la Emancipación tiene que ser una apuesta para la configuración de este ser humano. En esto no podemos escatimar esfuerzos. No puede aparecer el criterio económico como el elemento único para desarrollar un nuevo proceso educativo; es un elemento fundamental pero no es el único. La Pedagogía para la Emancipación tiene que levantarse por encima de la inmediatez, de los intereses, incluso de los propios status. Tiene que levantarse por encima de nuestras mezquindades. Hoy esta América nuestra no podrá emanciparse si no rompemos con nuestras mezquindades, con las peleas por las cosas. Una vez Eduardo Galeano decía, refiriéndose a los sandinistas: —“… Ellos hicieron una gran gesta, ellos derrotaron al mayor tirano de Centro América. Derrotaron al  ejército más moderno de aquellos días en esta región; pero a ellos los vencieron las cosas…”-. Las cosas, los bienes se los comieron a ellos y sería muy lamentable que en estos momentos las cosas, los intereses mezquinos acaben derrotando el sueño de Bolívar, de Hidalgo, de Morelos, de Magón, de tantos otros. La Pedagogía para la Emancipación tiene que elevarse por encima de las cosas en este sentido.
Esta propuesta de Pedagogía para la Emancipación, de Pedagogía de la Resistencia tiene que ver con una necesaria teoría de la acción política, con un compromiso en este terreno de las resistencias cotidianas. Los proyectos educativos tienen que expresarse en planes de corto y largo plazo rigurosamente trazados aunque los tengamos que modificar más adelante. Los proyectos educativos han de ser proyectos educativos para la liberación nacional, para la construcción de la sociedad socialista en aquellos lugares donde esto es tarea inmediata; entonces el proyecto educativo tiene que estar conectado con las grandes luchas nacionales y  locales. La labor del docente tiene que asumir esta lucha de manera cotidiana y empezar a prefigurar una nueva forma de militancia docente, de militancia social. 
Dentro de este proceso de lucha política, de lucha social, la lucha cultural ocupa un  lugar fundamental. Nosotros estamos empeñados en lo que en algún momento llamó Carlos Marx la lucha por la reforma de la conciencia. Nosotros cuando hablamos de conciencia entendemos proceso único de actividad humana, proceso de acción total, proceso físico,  proceso mental. La conciencia no sólo son ideas, no sólo son expectativas, es la acción cotidiana. 
La conciencia cobra sentido en lo cotidiano. Para desarrollar esta lucha en el terreno cultural necesitamos asumir claramente desde los profesores, desde nuestra práctica cotidiana, la pelea por un nuevo reparto de los bienes culturales. No sólo se necesita una redistribución de las cosas, necesitamos redistribuir los bienes culturales; pero tampoco alcanza: necesitamos transformar estos bienes culturales y para esto requerimos de todo. De todas las formas, de todas nuestras ideas, de toda nuestra imaginación para facilitar este proceso de transformación de los bienes culturales, pero también requerimos lo que decía  Alejo Carpentier, el manejo de la técnica. Los latinoamericanos somos muy explosivos, llenos de pasión, llenos de emoción, llenos de imaginación, pero también con visión de nuestra pobreza, con visión de nuestra subordinación. No fue algo que elegimos. Es el manejo parcial de la técnica, de la ciencia y la técnica en su sentido más profundo -no estoy hablando de la ciencia y la técnica del capitalismo pero sí estoy hablando de la necesidad del rigor- con pura chamba que es buena, que nos ayuda, con puro conocimiento popular no alcanza compañeros.
 La Pedagogía para la Emancipación tiene que asumir claramente cómo hacemos una síntesis de los saberes populares y de todos aquellos saberes formales para poder criticarlos. No podemos criticar lo que a veces no conocemos e incluso podemos inventar sin criticar esta parte pero aún en la invención, y yo estoy de acuerdo con eso de “inventamos o erramos”, tenemos que ser rigurosos. 
El libertador era riguroso, era disciplinado y esto lo aprendió de su maestro. Nosotros necesitamos toda la pasión, toda la fuerza que se produce en este continente por la confluencia de alguna manera de todos los colores que forman nuestra humanidad. Necesitamos esa pasión, esa brillantez, esa posibilidad de hacer efusión pero necesitamos también el rigor, el conocimiento, la organización y la disciplina, esto lo plantea Alejo Carpentier con una claridad que hoy puede incluso conmovernos. Decía él: “Ser el mundo desde América. Ser el mundo desde Indoamérica”, pero para ser el mundo tenemos que, de alguna manera, conquistarlo, aprender, apropiarnos de lo que ha producido la humanidad en ese terreno  y esto no se hace más que con rigor, trabajo, disciplina. Este es un elemento que tiene que plantearse toda revolución. 
Yo quisiera cerrar este planteamiento que es absolutamente polémico, recuperando esta idea que planteó en México un profesor -por cierto en nuestro país han sido en gran medida docentes o profesores buena parte de nuestros próceres, desde Miguel Hidalgo el libertador, Morelos, de alguna u otra manera el propio Zapata fue enseñado en esto por un maestro, de alguna manera Pancho Villa y el propio Flores Magón; pero en la época reciente los principales movimientos revolucionarios en México han estado encabezados por profesores. Por los que se levantaron en armas siguiendo los ejemplos de la Sierra Maestra, por Genaro Vázquez y Lucio Cabañas-. Yo quisiera recuperar a Lucio Cabañas cuando plantea esto: el reto de la Pedagogía para la Emancipación tiene que ver con nuestra capacidad para ser pueblo. Para ser pueblo y estar en el pueblo. Muchos compañeros  todavía creen que bajan desde el Olimpo para sufrir por los pobres. Nosotros como profesores tenemos este vicio. Nosotros como gente de izquierda, como gente organizada en partidos, tenemos este vicio de pensar que bajamos desde las alturas para compartir la suerte de los pobres del mundo. No. El nuevo intelectual que necesitamos, que habrá de gobernar estas tierras, tendrá que ser pueblo o no será. No tiene que bajar desde las alturas, tiene que asumirse desde el pueblo, tiene, tenemos, que ser uno más y marcar este mundo más por lo que hacemos y menos por lo que decimos.

Colaboración de la Comisión del Educador Popular.

1 comentario:

Unknown dijo...

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