martes, 24 de marzo de 2009

En aumento la migración femenina autónoma, pero también su aporte a países de origen vía remesas

Mujeres envían hasta 85% de sus ingresos, por el 30% en el caso de los hombres

 Hace falta integrar en leyes derechos
 de mujeres migrantes: Rosa María de la Torre

Las mujeres están protagonizando cada vez en mayor medida los movimientos migratorios, al grado que el año pasado prácticamente la mitad de quienes salieron de sus respectivos países en el mundo, era del sexo femenino, resaltó la investigadora Rosa María de la Torre Torres. De igual manera, remarcó, este sector poblacional pese a obtener menores ingresos económicos, aporta más por concepto de remesas a sus familiares.

Al presentar el estudio “Feminización de la migración y feminización de las remesas”, elaborado por el Instituto de Investigaciones Económicas y Empresariales (ININEE) de la Universidad Michoacana en el marco de las Jornadas Internacionales sobre Migración y Cultura Chicana en Morelia el pasado 12 de marzo, apuntó sin embargo que la mayoría de políticas y reglamentos migratorios todavía no toman en cuenta la protección de los derechos humanos y laborales de las mujeres en esta situación.
Explicó que las féminas durante el traslado a nuevas naciones son víctimas, en muchos casos, de violencia física, sexual, emocional y psicológica, frente a lo cual planteó que las estrategias gubernamentales en este aspecto deben incidir en la difusión de los instrumentos internacionales que en materia de derechos humanos las mujeres migrantes poseen, “y se debe también proponer una serie de políticas públicas y legislativas, para que los países tanto expulsores, de tránsito y receptores, obtengan y prevengan esta especificidad de género”.
Como causa de la salida de lugares de origen en busca de mejores oportunidades, colocó principalmente al desarrollo del capitalismo a escala global, y la estrecha relación con el endurecimiento de las políticas impuestas por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial, a los países en vías de desarrollo a finales del siglo XX, a cambio de otorgarles préstamos económicos.
Y esas medidas, agregó, traen consigo la quiebra de los sectores empresariales más débiles, o sea las pequeñas y medianas empresas, lo que a su vez ha degenerado en el desempleo de la población de menos ingresos, los recortes en el gasto social, y la deuda externa insostenible en las naciones subdesarrolladas.
En tales circunstancias, las mujeres representan uno de los sectores vulnerables, que se ven en la necesidad de autoemplearse en la economía informal, en trabajos domésticos, y en el mejor de los casos iniciando pequeños negocios de venta de comida u otro tipo de comercios callejeros. 
Sin embargó, recalcó la docente del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH), y parte también del ININEE de la misma casa de estudios, no siempre pueden salir adelante y se enfrentan en la disyuntiva de salir a otros lugares, incluso allende de sus fronteras, pues se suman otros factores, como la falta del apoyo masculino en la tarea de proveedor.
Respecto al último punto, refirió que los esposos pueden desligarse de la obligación de atender económicamente a sus familias por dos fenómenos específicos; uno, ya sea debido al desempleo, y el segundo a la adopción de estrategias individualistas o de huída de muchos hombres, “quienes abandonan a sus mujeres e hijos en esta situación de pobreza en busca de mejores oportunidades para ellos mismos”. 
Como consecuencia de lo anterior, las mujeres están abandonando su rol tradicional y ahora asumen la jefatura de los hogares con todas las responsabilidades que esto implica, y en dicho contexto, ven en la migración hacia países desarrollados la opción de supervivencia familiar. Pero además, sostuvo la investigadora nicolaita, en esos lugares donde se van a trabajar, florece una economía de servicios que necesita de mano de obra barata y vulnerable, condición cumplida a la perfección por ellas.
Entre 1990 y el 2000, el número de migrantes internacionales aumentó en un 14%, mientras que al 2006 se contabilizaban 175 millones de personas fuera de sus países de origen, y de acuerdo al reporte de Naciones Unidas sobre 2008, en ese año la cifra aumentó a 191 millones, 95 millones de los cuales eran mujeres, casi la mitad del total. Para el 2050, la estimación es de 230 millones en esa condición.
Aunque la migración femenina no es nueva, ya en la década de los 70 se presentaba, en la modalidad de seguir los pasos de sus padres, maridos o familia, lo cual ahora varió pues, indicó, se percibe un flujo mayor de mujeres de manera autónoma, dejando a padres e hijos en sus sitios de nacimiento.
“De acuerdo al Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, en la mayoría de los países receptores, el número de mujeres migrantes ha crecido más que el número de hombres, de tal manera que actualmente aquellas constituyen casi la mitad del total de la población migrante mundial, llegando en algunas regiones a representar el 70 o el 80% del total de la migración, este es el caso, por ejemplo, de las migrantes dominicanas en España”, abundó Rosa María de la Torre.
Más datos: En la región de América Central y del Sur, desde el año de 1990, la población femenina representa el 48% del total de migrantes. Y según el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, en informe conjunto con la Red Internacional de Migración y Desarrollo, las originarias de El Salvador tuvieron mayor incidencia en dejar su país que los varones, especialmente hacia Estados Unidos, que los hombres de la misma nacionalidad en las décadas de los 50 y 60, aportó.
En general, la migración internacional en Latinoamérica sigue fundamentalmente dos patrones: La intrarregional fronteriza, entre sus propias naciones, como pueden ser de Perú y Ecuador hacia Chile; de Bolivia y Paraguay a Argentina; de Haití a República Dominicana, y de Nicaragua a Costa Rica. La segunda, rumbo a los países desarrollados, en especial Estados Unidos, España, Canadá, Inglaterra, y Francia. 

Ganan menos, envían más

Paralelo al creciente número de mujeres migrantes, igual van en aumento el número de sus envíos de remesas, mayor en porcentaje al de los hombres, da cuenta la citada investigación, que agrega:
“Se ha comprobado que las mujeres adquieren nuevas responsabilidades si son migrantes y están trabajando; pero no pierden su responsabilidad fundamental dentro de la familia, siguen comunicándose cuando alguien se enferma, siguen siendo las responsables de unir a la familia y todas las actividades que no han sido compartidas, y no ha habido cambio en los papeles y los roles de género, al contrario, ha habido un incremento de las responsabilidades de las mujeres frente a lo que antes tenían como responsabilidad”.
En América Latina, el 54% de las remesas son enviadas por mujeres, aunque en el caso de Filipinas se habla hasta de un 80%. Hay otros ejemplos ilustrativos, como el de las dominicanas en España donde de acuerdo a las visas otorgadas, el 85% son a las féminas, y en la misma nación ibérica de habla hispana existen alrededor de 400 mil ecuatorianas trabajando allá, con el consecuente factor del envío económico a sus familiares, destacó la integrante del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UMSNH.
Un estudio econométrico elaborado para la investigación del ININEE, arrojó como resultados que los hombres migrantes mandan entre el 25 y el 30% del ingreso mensual, en promedio, por concepto de remesas, mientras que las mujeres envían el 80%, “y a veces hasta el 85%” de su sueldo cada mes, quedándose sólo el restante 15%.
Traducido en dinero, las latinoamericanas remiten a sus lugares de origen entre 330 dólares y 525 dólares al mes, equivalente a diez veces más lo enviado por los varones del mismo concepto.  
Lo anterior, pese a que las mujeres ganan menos recursos económicos que los del sexo masculino, pues sus labores van enfocadas a la economía informal, como el cuidado de niños y personas mayores enfermas, así como actividades domésticas, entre otras, que las originarias de países receptores no quieren hacer.
Eso también lleva a la falta de regulación en esos empleos, y a la carencia de prestaciones laborales, a la nula asistencia sanitaria y social, quedando expuestas a graves peligros de salud, sobre todo en las fábricas de maquila y otros trabajos pesados o insalubres, y carecen de información para poder enfrentar las infecciones transmisibles sexualmente, en especial el VIH Sida.
Además, la investigación leída por Rosa María de la Torre encontró que las remesas son enviadas por mujeres, pero igual sus compañeras de sexo las reciben en los lugares de expulsión, en buena medida, esto tras encuestar a personal de las empresas especializadas en hacer este trámite.
Respecto a las actividades a que se emplean las remesas de migrantes, las mujeres tienden a ampliar el mejoramiento de la familia en cuestiones de salud y educación, mientras los hombres prefieren enfocarlos al mejoramiento de la vivienda.
Cabe señalar que según datos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el año pasado en la región de América Latina y el Caribe, las remesas enviadas por migrantes se situaron en 69 mil 200 millones de dólares, 0.9% más que en 2007. En México, en el 2008 se recaudaron 25 mil 145 millones de dólares por dicho concepto.

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