miércoles, 4 de marzo de 2009

Un año de la matanza en Sucumbíos


Este domingo 1 de marzo se cumplió un año de la matanza en Sucumbíos, Ecuador, a integrantes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), y varios civiles que visitaban ese lugar en la hora y día equivocados, entre éstos últimos cuatro estudiantes de mexicanos, de la UNAM, que se encontraban allá como parte de los trabajos para elaborar su tesis, mientras otra alumna de la misma casa de estudios, Lucía Morett Álvarez, sobrevivió al artero ataque de los soldados colombianos. En tota fueron ultimadas 25 personas.

Desde el pasado 3 de febrero inició la jornada para recordar a los cuatro jóvenes de nuestro país asesinados: Verónica Velázquez Ramírez, Soren Ulises Avilés Ángeles, Juan González del Castillo y Fernando Franco Delgado, cuyas personas cercanas integraron la Asociación de Padres y Familiares de las Victimas de Sucumbíos, Ecuador, en busca de castigar al responsable intelectual de la masacre, el presidente colombiano Álvaro Uribe Vélez.
Para este 2 de marzo, las actividades de la citada asociación contemplan un acto cultural frente a la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), a partir de las tres de la tarde; media hora después encabezarán una conferencia de prensa y entregarán documentos relativos al caso en la misma sede de la cancillería. A las 16:00 horas, junto a otras agrupaciones solidarias, realizarán una manifestación partiendo de la SRE hacia la embajada de Colombia en México, haciendo escala en el inmueble diplomático de Estados Unidos.
Las demandas centrales, además de exigir justicia a sus hijos, son: apoyo total a Lucía Morett, y alto a la persecución de la cual ha sido objeto, así como porque las autoridades mexicanas rompan relaciones diplomáticas con el gobierno de Colombia, contra la criminalización de la solidaridad y la protesta social, y contra la intervención imperialista, por la libertad y autodeterminación de los pueblos de América Latina.
Lucía Morett, quien regresó a México hasta el mes de diciembre pasado, ahora es acusada de "atentar" contra la seguridad interna de Ecuador, y por ese motivo puede ser encarcelada en aquel país, ante lo cual rechaza de manera tajante tales imputaciones, y en parte de su testimonio como sobreviviente al bombardeo de los militares colombianos ese 1 de marzo de 2008, señala:
“Sentía el pantalón roto y caliente, mojado. Vi que era sangre, pero nada me dolía. No podía levantarme ni moverme. Me caían cosas encima. En medio del bombardeo hice todo por tranquilizarme. Oía los aviones pasar una y otra vez. Me puse una mochila sobre la cabeza y miraba las lucecitas de mi reloj, minuto a minuto: las 12 y media, ya pasaron 10 minutos, media hora. Tenía puesta la esperanza en el amanecer. Supe, no sé como, que no me iba a morir. Pensaba en que Verónica (Velázquez) estaría por ahí y me pasó por la mente que dentro de poco las dos nos íbamos a estar acordando del susto. A las tres volvieron los aviones, el segundo bombardeo. Lamenté no haber hecho algo por alejarme de ahí, aunque fuera arrastrándome. Fue aterrador. Después de un rato oí los helicópteros que barrían la zona con disparos. Alguien muy cerca de mí se quejaba horrible. Pude darme cuenta que estaba muriendo. Luego, silencio. Más tarde oí a la tropa acercarse, disparando. Cerré los ojos con fuerza y me quedé inmóvil, bocabajo, haciéndome la muerta. En medio de la balacera alguien gritó: Estoy herido, ayuda. Luego más disparos y nada más. Por eso digo que los militares colombianos ejecutaron a varios heridos. Porque lo oí”.
Y agrega: “Uno de los soldados dijo: ‘aquí hay una hembra, está viva’. Me rodearon y uno me advirtió: ‘No se mueva, somos el ejército colombiano y le estamos apuntando, no intente nada, levante los brazos, deje el arma’. Me hacían muchas preguntas, sobre todo relacionadas con Reyes. No me creían cuando les decía que yo no sabía nada, que era civil, que apenas había llegado un día antes. Me trataron de mentirosa y me amenazaron. Cuando me revisaron me dijeron que tenía heridas de esquirlas. Yo ni sabía qué era eso”.
Finaliza: “Las moscas, las hormigas, los zopilotes. Y ese olor horrible que me daba repulsión y amor al mismo tiempo, pues sabía que eran mis compañeros. De Juan (González), estaba segura que había muerto porque los soldados me enseñaron su credencial y me lo dijeron. A Fernando (Franco) creí verlo entre los cadáveres, aunque no estaba segura. De Vero (Velázquez) y Soren (Avilés) no sabía nada…”.

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