lunes, 10 de noviembre de 2008

Lo que no dice la ACE


Maribel Rosales Sandoval


El Doctor Lara Peinado y su libro “El mal-estar docente”

Con base a la ponencia del pasado 6 de noviembre de 2008, del Dr. José Antonio Lara Peinado: “POR QUÉ LA ACE FOMENTA EL MAL-ESTAR DOCENTE”, comparto con nuestros lectores lo siguiente:
La ACE refiere su pertinencia a un estado de baja calidad en la educación; responsabiliza de manera directa a los docentes y aduce que la palanca para garantizar la elevación del nivel educativo nacional es la evaluación. Asienta el control del desempeño y la evaluación individual como el núcleo de la organización del trabajo docente en todo el sistema educativo.

Sin embargo, no asume la realidad del mal-estar docente como una realidad que ejerce influencia letal en el nivel educativo del país y ni por asomo propone al respecto.
Cuando las autoridades educativas, como si fueran empresarios, discurren sobre la educación y su calidad hablan de profesionalización, actualización, bienestar y desarrollo integral, competencias para la vida y el trabajo. La ACE aparece como un proyecto burócrata, de algunos que, detrás de un escritorio pretenden, con base en los dictámenes del BM, tener la fórmula mágica para la homogenización educativa del planeta en aras del mercado y la plusvalía. No aparece en ningún momento, y por ningún lado la investigación necesaria que sustente su implantación; la ACE no nace de las necesidades de los maestros en las aulas, ni a ellos se les ha preguntado cómo y en base a qué construir el proyecto educativo para el país desde ellos y su experiencia frente a grupo.

El concepto de calidad diverge entonces, según se encuentre en la palabra y pensamiento del pueblo trabajador o en el del grupo oligarca. Para estos últimos tiene que ver con cubrir estándares mundiales de normas productivas de corte capitalista y para nosotros, los trabajadores, remite a mejoras en las condiciones de satisfactores inherentes a la vida: empleo, salario, vivienda, vestido, salud, alimentación, formación…

EL MAL ESTAR DOCENTE no permite hablar de calidad educativa del país; incluye: Ansiedad, estrés laboral y depresión. En ninguna parte de la ACE se dice qué hacer para corregir estos riesgos profesionales.
En algunas investigaciones se habla de un proceso de respuesta múltiple a un estrés crónico que se caracteriza por extenuación, una gradual y progresiva despreocupación, así como ausencia de sentimientos emocionales hacia los beneficiarios del trabajo. Por consiguiente, los componentes de cansancio emocional, despersonalización y falta de realización personal son elementos centrales. El profesor se siente derrotado porque ve que no ha logrado los objetivos que se había propuesto y se ha deteriorado su relación con los alumnos a los cuales ya no consigue más tratar en forma afectuosa.

Expresa un estado de conciencia sobre las condiciones del trabajo rígidas y estereotipadas, injustas y arbitrarias, las formas de ejercicio del poder institucional de arriba hacia abajo, espacios de trabajo reducidos, aulas superpobladas, falta de ventilación, falta de inmuebles y equipos de trabajo, intensificación de las cargas de trabajo y de exigencias, una administración insensible a los problemas de los docentes, burocracia que obstaculiza el proceso de trabajo, salarios bajos y escasa o nula perspectiva de ascenso en la carrera profesional, la función inspectora, las demandas del currículum, la falta de reconocimiento social de la profesión, las dificultades en la práctica de la enseñanza, programaciones, temporalización de las actividades, evaluación de los alumnos, despertar y mantener el interés de los alumnos, conocimiento de la materia a enseñar y metodología correspondiente, actitudes negativas de los alumnos hacia el aprendizaje, adaptación a las características individuales de los alumnos y la rutina de clase, las evaluaciones que sufre el profesor por los restantes miembros de la comunidad educativa, el engaño de los alumnos, la autoevaluación del docente y la aceptación de las ideas de otros, la falta de tiempo para preparar las clases, para aplicar los conocimientos de forma satisfactoria, mantener una comunicación fluida con los alumnos y descansar del trabajo diario, los problemas sociales que porta el alumnado, las agresiones verbales, físicas y psicológicas contra el profesorado. Toda una gama de situaciones graves que atentan la salud mental de los maestros.

En ninguna parte de la ACE se habla de empleo para todos los padres de familia, con lo que los niños tendrían posibilidad de llegar alimentados a las aulas; de incluir en cada grupo a 20 alumnos solamente puesto que la actividad cognitiva tiende a la distracción cuando tenemos más alumnos por aula; y la consecuente multiplicación de grupos. No se menciona. Tampoco dice que lo primero a profesionalizar es el salario; no explica por qué nos profesionaliza el inglés; nos pide actualización y certificación pero no provee a los trabajadores económicamente para ello; nunca dice que un compañero docente jamás puede ser sustituido por una máquina ya que la relación humana maestro-alumno desata procesos de desarrollo personal humano necesarios.

Cuando se incluya una propuesta para atender a la persona del maestro como profesionista, como mexicano, como trabajador, como poseedor de una vasta experiencia frente a grupo podremos generar una visión de calidad de la educación de matiz soberano. Antes… la duda aparece en el escenario.

Culpar a los maestros de la calidad educativa aparece unidireccional; creemos que es un proceso en varias direcciones. ¡Revisemos a quién se está cuestionando…! Y a quién hay que cuestionar verdaderamente. Si bien es cierto que una serie de actividades conforman la responsabilidad de los maestros como profesionistas y trabajadores, también es cierto que al Estado compete una serie de responsabilidades, directamente relacionadas con la calidad de la educación.

Enormes y crecientes desigualdades permanecen y derivan en sometimientos individuales o resistencias colectivas aún inseguras y débiles que son el obstáculo principal para avanzar en la lucha social y laboral; mas sin embargo, el malestar del que hablamos llega a verse aliviado con la construcción de alianzas con el otro de la relación laboral-social: otros sindicatos, otras agrupaciones políticas, diferentes sectores del mundo del trabajo, desocupados organizados con los alumnos, las madres y los padres, núcleos comunitarios, etc. De esta manera se pueden tejer posiciones solidarias con los docentes, mantenidas con nuevas lealtades en el tiempo y territorio común de una larga resistencia al poder ejercido por los gobiernos locales.

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