lunes, 15 de diciembre de 2008

Los Pérez: charros más que charros

Arturo González Aguilar

El líder ferrocarrilero Jesús Díaz de León, quien vestía de charro mientras conducía la locomotora, se caracterizó por su despotismo y férrea defensa de los mandatos del patrón, en ese entonces Ferrocarriles Nacionales de México, y la traición a los planteamientos de los trabajadores, que exigían mejores condiciones de trabajo. Éste líder fue quien logró desactivar el movimiento ferrocarrilero en la segunda mitad de la década de los 40’s del siglo XX. De allí se adoptó en toda Latinoamérica e incluso en algunos países anglosajones el término de charrismo sindical para designar a aquellos líderes que le dan la espalda a sus agremiados, trabajando a favor de los planteamientos opresores del patrón, sea éste el gobierno o la iniciativa privada.

Así que, aunque haya quienes dentro de la Secretaría de Educación en el Estado (SEE) digan que el apoyar a un patrón que tiene una inclinación a la izquierda les quitaría el mote de charros, esto es imposible, ya que el gobierno estatal no gobierna para los grupos de izquierda y para la mayoría de la gente, sino para los poderes fácticos, que tienen al gobierno agarrado de un ala. Los empresarios y grupos conservadores son quienes han orientado al gobierno de Godoy Rangel para suscribir programas federales, que son malas copias de las propuestas de AMLO, como el del seguro médico para una nueva generación, el de setenta y más, y muchos otros que ahora sirven para que Godoy diga que “Michoacán trabaja”.
Por muy nobles que digan que son las intenciones del actual gobierno del estado, con leves huellas de la izquierda, no se justifica que haya un nuevo grupo de charros que se sume a los planteamientos ya hechos por los gordillistas, de apoyar la aplicación de las políticas federales, que abiertamente pretenden la privatización de la educación pública. El argumento principal, con el que sustentan su posición, es que los recursos que se destinarían a Michoacán se perderían si no se aplica la Alianza por la Calidad de la Educación (ACE); nunca los charros se mueven si no hay recursos, fluyendo el dinero saben bien que de alguna manera le harán para repartírselo, porque dichos dineros son precisamente para quienes apoyen a la ACE.
Para esto, el planteamiento de Juan Pérez Medina es la formalización de su nuevo grupo de charros, para hacerse de un poder que, en primer lugar, le disputara la bilateralidad a la Sección XVIII democrática; en segundo, ayudara a diluir su gran fuerza y en tercer lugar, que sea quien le quite al movimiento democrático la mayor parte de recursos posibles, que se destinan a los programas socioeducativos minutados. Ninguno de los charros que se habían colado al Comité Ejecutivo Seccional (CES) de la Sección XVIII, recientemente definidos, podían resistir el que se destinara dinero a programas, proyectos o a comisiones primordiales, pasándoles frente a sus narices y a ellos no les tocara nada, “si hay tanto dinero, ¿para qué destinarlo todo a lo que se tiene comprometido y no quedarse con algo?”, era su planteamiento. 
El problema siempre es el dinero. Por dinero Juan Manuel Macedo Negrete y su grupo se fueron del movimiento democrático, al ver que Raúl Morón Orozco recibía una partida especial, como secretario general, directamente del CEN del SNTE (como cualquier otro secretario que sea reconocido por Elba Esther Gordillo) y no la compartía con nadie. Dinero fue lo que le ofrecieron a Heriberto Macías Alejandres para formar su grupo y contender en las elecciones “universales” de 2002, donde fue avasallado finalmente por Macedo, y dinero es lo que provocó que Miguel Ángel Fisher, Miguel Ruiz Gil, Nicolás Vargas, Juan Manuel Villalpando y otros como Marcos Peña Gutiérrez, quien después de haber probado las mieles de ser funcionario ya no se sentía a gusto como simple maestro o director de una escuela integral -la gente se queda acostumbrada a un cierto nivel de vida-, además de algunas docenas más, hayan marcado su raya y finalmente se hayan definido, aclarando sus verdaderos anhelos. 
La forma de formalizar a su grupo de charros, para lo cual ya redactaron unos supuestos principios, en donde se pretende hacer creer que estarán en contra de Elba Esther Gordillo, a favor de la educación de calidad y otras puntadas, como el que se movilizarían sólo en caso de suprema necesidad, etc., para convencer a militantes del movimiento democrático y poderlos cooptar, consiste -no podía ser de otra forma ¡charros, son charros!- en convocar a sus simpatizantes en las delegaciones y con los que se junten (si sólo llegara uno ese sería el delegado) nombrar a un representante que asista a una reunión a la que le llamarán Congreso Seccional del Movimiento de Bases, donde serían elegidos los Migueles, Vargas y Villalpando como sus nuevos líderes charros (ahora la pelea es quién será el secretario general, ya andan haciendo campaña, con la enseñanza de Pérez Medina); al igual que el congreso en que impuso a Molina Vélez, tendrán protección policíaca. Desde luego que contarán con las plantillas de los centros de trabajo y delegaciones, conocidas como sábanas, en donde con engaños harán firmar a algunos y al resto les falsificarán sus firmas, con el fin de llegar a su meta de decir que tienen al 80% de la base del magisterio michoacano.
Por cierto, este grupo de pretenciosos, seguidores de Pérez Medina, al igual que el charro famélico Jesús Díaz de León, quien interpuso una demanda en contra de Valentín Campa por malversación de 200 mil pesos, lo que provocó, primero, que éste fuera encarcelado y, posteriormente, que se diera lo que se conoció como el charrazo de 1948, los Pérez no cejan en su intento por denunciar a Artemio Ortiz de malversación y de fraude. Quieren repetir la historia.
Ahora, el grupo de Sarbelio Molina, aunque gustoso porque supone que le quitarán fuerza a los verdaderos representantes de los trabajadores de la educación en Michoacán, anda preocupado por el robo de patentes y porque, definitivamente, no sólo se pretende socavar a la militancia del movimiento democrático sino también a la de los charros gordillistas.
Este es el planteamiento de Juan Pérez Medina, ahora falta que se dé una respuesta contundente en torno a: primero, el desenmascaramiento de las reales intenciones del asesor y verdadero secretario de educación -incluso en La Jornada Michoacán le hicieron una jugada poniéndolo como asistente a una reunión del grupo con nombre cambiante, hoy “Movimiento de Bases” ayer “Poder de Base” y mañana, ¿será?, “movimiento de tapete”, porque nadie mejor que este medio sabe quién está detrás de dicho grupo-; y segundo, para inhibir a sus aviadores quienes en las zonas ya andan llenando las sábanas con firmas de compañeros.

Artículo publicado originalmente en Telegaceta, órgano de difusión del nivel de Telesecundarias de Michoacán, en su edición del pasado 10 de diciembre. 

No hay comentarios: