jueves, 5 de febrero de 2009

Las pensiones de los trabajadores mexicanos y la crisis económica mundial



La Ley del Sistema de Ahorro para el Retiro (SAR) publicada en el Diario Oficial de la Federación el 23 de mayo de 1996 señala en su artículo 18 que las Administradoras de Fondos para el Retiro (Afores) “son entidades financieras que se dedican de manera exclusiva, habitual y profesional a administrar las cuentas individuales y canalizar los recursos de las subcuentas que las integran en términos de las leyes de seguridad social”. 

 Las Afores funcionan como una casa de bolsa, es decir, son intermediarias en el mercado bursátil, y por ello administran diversos fondos de inversión llamadas Sociedades de Inversión Especializadas en Fondos para el Retiro (Siefores), integradas éstas con diferentes instrumentos financieros -valores, acciones y/o deuda- que, según su peso, aumentan o disminuyen el riesgo de pérdidas o las posibilidades de utilidades. Cabe destacar que los recursos de las Siefores representaban en octubre pasado el 7.2 por ciento del PIB y en diciembre de 2007 el 13 por ciento de los activos del Sistema Financiero Mexicano.
Hasta principios del año pasado existían dos Siefores Básicas (SB), pero ya desde el 2007 el Congreso de la Unión aprobó una reforma (con el apoyo del PAN-PRI y el voto del FAP en contra) para que a partir del pasado 28 de marzo, la Comisión Nacional del Sistema de Ahorro para el Retiro (Consar) reagrupara los recursos de las pensiones en cinco nuevas Siefores, en las cuales, de acuerdo a la edad de los ahorradores, se invertiría en distintas proporciones en instrumentos de renta fija -de menor riesgo- o variable -de mayor riesgo-. Lo anterior bajo el principio de “a mayor riesgo mayor rendimiento”. La siguiente es la nueva clasificación: a la SB 1 (con mayor proporción de renta fija) van todos los afiliados de 56 años o más, a la SB 2 los de 46 a 55, a la SB 3 los de 37 a 45, a la SB 4 los de 27 a 36, y a la SB 5 (con mayor proporción de renta variable) los de 26 años o menos. Como se puede observar, el problema es que cada Siefore tiene una composición de riesgo y rendimientos distintos y los trabajadores no tienen opciones de elegir entre ellas.

Por otro lado y hechas éstas consideraciones, es nuestro objetivo abordar las preocupantes pérdidas y los rendimientos negativos que a noviembre de 2008 han registrado los ahorros de los más de 39 millones de trabajadores con cuentas administradas por las diferentes Afores (ver Cuadro 1). Hay que decir que por su proximidad temporal y tamaño, estas minusvalías no tienen precedentes: entre marzo y abril, mil 521.23 millones de pesos; entre mayo y junio, 49 mil 798.90 millones de pesos; entre agosto y septiembre, 11 mil 951.85 millones de pesos; entre septiembre y octubre, 29 mil 212.15 millones de pesos, y; entre octubre y noviembre 9 mil 820.2 millones de pesos (ver Gráfico 1).
Uno de los puntos a destacar en la explicación de dichas minusvalías, es que con la más reciente reforma al SAR, la legislación permite a las Afores incrementar la inversión que recibe renta variable, por lo que ésta ha aumentado considerablemente en los últimos meses. Al cierre del primer semestre, de la cartera total de las Siefores, la inversión en instrumentos de renta variable alcanzó el 16% (ver Gráfico 2). Como hemos dicho, los trabajadores más jóvenes, son los que están en las Siefores con inversión de mayor riesgo ya que éstas tienen una canasta con mayor inversión que recibe interés variable y, por lo tanto, ante una situación como la actual, de fuerte inseguridad, son los que más han perdido.
En la continuidad del análisis, hay que agregar que con el creciente incremento de inversiones en instrumentados de renta variable, aunado al hecho de que desde 2001 las Administradoras adquieren instrumentos en el mercado internacional y tienen un mayor margen para adquisición de títulos de empresas privadas, se han obtenido los siguientes resultados: a) las Afores invirtieron los recursos de los trabajadores en la adquisición de valores, acciones y/o deuda emitida por los bancos norteamericanos; valores, acciones y/o deuda cuyo precio disminuyó abruptamente por la crisis hipotecaria, y; b) también se adquirieron valores, acciones y/o deuda de empresas como Comercial Mexicana y Cemex, que a su vez resultaron negativamente afectadas por sus deudas en dólares y por la crisis en Estados Unidos, por lo que sus acciones en la bolsa de valores cayeron.
Ante todo ello y a pesar de las perjudiciales minusvalías, las empresas administradoras no comparten el riesgo y, al contrario de los trabajadores, han obtenido ganancias exorbitantes, cuyo monto significa un incremento mayor al 400 por ciento entre enero y noviembre (ver Gráfico 3). En parte esto se debe a que muchas veces las comisiones son exageradamente altas y a que a partir de marzo se cobran comisiones sobre el saldo de las cuentas de los trabajadores y no sobre los depósitos, es decir, las empresas siguen cobrando aunque el ahorro total no crezca por causa de desempleo o algún otro factor. Comparando éste excesivo incremento en la rentabilidad de las Afores, con la declinación tendencial en las pensiones, podemos darnos cuenta a quién favorece el sistema privado del manejo de éstas últimas.

Otro dato a destacar es que las tres principales Afores son empresas internacionalizadas de países desarrollados: Banamex (Estados Unidos), Bancomer (España) e ING (Holanda); juntas concentran más del 40 por ciento de las cuentas administradas del total del sistema. Destaca el caso de Banamex, propiedad de Citigroup, actualmente rescatada por el gobierno estadounidense. Teniendo en cuenta lo anterior, se confirma que la mayor parte de las utilidades obtenidas a costa de las pensiones están a disposición de los grupos financieros que determinan su actuar en función de las condiciones prevalecientes en las economías desarrolladas. Es decir, llevándose dichos recursos a sus países de origen, los capitalistas financieros buscan protegerse, en la medida de lo posible, de las perjudiciales consecuencias de la crisis mundial actual, en consecuencia con ello se niegan alternativas de bienestar a los ahorradores cuyas cuentas administran y se contribuye además al ahondamiento de la crisis de la economía mexicana. Por supuesto, debemos decir que todo ello es una secuela natural de las políticas económicas con visión exógena implementadas por los gobiernos mexicanos desde principios de la década de 1980, políticas que el gobierno de Calderón ha profundizado.

Es indispensable anotar que independientemente de la poca transparencia con la que las Afores han administrado históricamente las pensiones y del régimen de privilegios que han obtenido éstas con las continuas reformas al SAR, la crisis revela la fragilidad general del sistema privado. La recesión también pone en evidencia, que en el horizonte del gobierno federal debería de estar potencializar la utilización de estos recursos de forma productiva dentro del espacio económico nacional (actualmente un promedio de 12% se va al mercado de valores internacional entre inversión en renta variable y en deuda internacional), acción que en los actuales momentos formaría parte importante de un verdadero plan contra la recesión, claro que esto sería relativamente fácil si el Estado volviera a administrar dichos recursos.

Reflexión final

En días pasados, cuando los diputados federales cuestionaron a Moisés Schwartz Rosenthalm -Presidente de la Consar- sobre las fuertes minusvalías en las pensiones, éste afirmó lo siguiente: “la volatilidad que hoy se vive, aunque genera angustias y preocupaciones, en el largo plazo permitirá a las bolsas de valores recuperarse. Cuando los trabajadores se retiren, en 20 ó 30 años, tendrán su dinero y rendimientos. Creo que esta afectación de minusvalías no debería ser tan preocupante” (Boletín Núm. 3264, Cámara de Diputados). Tal socarronería podría ser un retrato fiel de la actitud general del gobierno mexicano ante los pésimos signos que registra actualmente nuestra economía, así parecería afirmarse que lo primordial es salvaguardar a los privilegiados de siempre, los poderosos capitales que cotizan en las bolsas de valores del mundo, como menciona Schwartz, por su parte, los trabajadores deben esperar milagros. El clasismo, la ineficacia y la falta de previsión son incuestionables.

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