martes, 24 de marzo de 2009

Piara de banqueros

Tirando a dar

Juan José Tapia Bastién

Acaba de pasar la convención de los banqueros de México en la que ese gremio designó a su nuevo presidente porque, con todo y la tremenda crisis económica, la vida sigue. Tuvieron invitados de primer nivel y sus comilonas en lo alto y francachelas de postín, faltaba más, si son la clase que representa la opulencia aunque digan que sólo son los que cuidan el dinero de los ricachones. 

Entre los invitados de lujo estuvo, y como el convidado más sobresaliente, el odiado por millones, Allan Greenspan, acusado por casi todo el mundo de ser el que pudo haber avisado de la catástrofe económica que se avecinaba cuando estaba encargado de la economía norteamericana y que no lo hizo, permitiendo que la renta mundial sea ahora insuficiente para paliar las necesidades de la población del orbe.
Sin embargo, hay quienes defienden o cuando menos justifican el actuar de Greenspan, frente a los que lo denostan. Estos últimos, dicen que Allan es el responsable de la debacle financiera, pues era el que dictaba las políticas económicas de la Caca Blanca, que, teniendo la información de primera mano y completamente veraz, no podía estar más al tanto que ningún otro sobre lo que ocurría y que, si esa era su especialidad, no tenía forma de no saber cómo contener la avalancha que se venía sobre la economía del mundo pues una gran parte de la humanidad depende de lo que la economía globalizada haga o deje de hacer y en esto, el mercado norteamericano es el que tiene primicia por ser el de más alto poder adquisitivo, pero también por ser la población que maneja los capitales  más importantes del planeta y donde, se suponía, se tenían las mejores condiciones de regulación y de vigilancia de los manejos financieros.
Los que explican el comportamiento del ex jefe de la Reserva de Estados Unidos, Greenspan, dicen que este obedeció a los compromisos de su puesto y de su especialidad: por un lado, tenía que ser político y no hacer declaraciones ni movimientos que causaran pavor entre la población y los inversionistas y, por otro, debía hacer manejos técnicos financieros acordes con las necesidades que se fueron presentando durante su gestión, la segunda más larga en la historia de la Reserva norteamericana.
Pero hablando de los controles y de la vigilancia de actividades financieras en Estados Unidos que se creía eran las mejores y más estrictas, nos equivocamos. Ya se vio que no es así, pues luego de los problemas hipotecarios, de los que ya hablamos en este mismo espacio en los que millones de personas perdieron hasta donde comían, y de la detonación en si de la crisis económica mundial, surgieron más problemas que agravan la situación: dos fraudes millonarios fueron detectados por la Oficina Federal de Investigaciones en los que miles de inversionistas de Estados Unidos y de otros países como México, resultaron defraudados, son los que Robert Stanford y Bernard Madoff perpetraron durante años y que ya llevan algunos suicidios ante la  noticia de los bienes perdidos. 
El segundo fue considerado siempre como el mago de las finanzas en Wall Street y estar asesorado por su compañía era sinónimo de prestigio ahora, lo es de estupidez. El primero, Stanford, es un oriundo del estado de Texas, lugar que vio nacer a otro de repugnante memoria, George Bush.
Aunque desde antes de que saliera Bush hijo, ya se sabía de la emergencia económica, llama la atención que estos fraudes se conocieran hasta que otras personas tuvieran el control de las investigaciones y de los investigadores. Este es tan cínico como su paisano texano pues a pesar de tener todo en contra, se niega a cooperar con las autoridades acogiéndose a la Quinta Enmienda constitucional norteamericana que libera a los ciudadanos gringos de autoincriminaciones.
En el colmo de la indecencia y del cinismo, los banqueros se reunieron no para ver cómo apoyar a los usuarios de los bancos, sino para establecer formas de protección para sus intereses. Desde luego, nada nuevo porque siempre han procurado su comodidad y ganancia no la de los ahorradores o deudores, así que no les causó rubor el contratar al caro conferencista Allan Greenspan, tal vez con la esperanza de que les dijera cómo hacer cara dura cuando se conoce de una cosa tan grave como la que padecemos y de la forma en que sobrevive, con todo y su pésima fama, de dar pláticas a cambio de pagos millonarios.
No cabe duda, ante los problemas el ser humano se agrupa con sus iguales, los amolados con otros en la misma desgracia, y los cínicos e indecentes como los banqueros y dueños del dinero, con sus pares de aquí y de allá. 

No hay comentarios: